La mala yerba
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Durante siglos el conocimiento del cuerpo y sus enfermedades ha sido una práctica del pueblo Kallawaya. Estos sabios, que habitan en los valles interandinos del departamento de La Paz, han sido denominados “los médicos del Inca”, el economista Mailer Mattie, señala “ Al parecer, estaban capacitados para curar parálisis, ceguera, neumonía, heridas y dolencias mentales. Se sabe que preparaban medicamentos equivalentes a la terramicina y la penicilina, elaborados a base de barro y frutas fermentadas como el plátano. Utilizaban también la genciana y el árbol de quina del Perú para la fiebre, entre muchas otras plantas.” Esta cita es suficiente para darnos cuenta del espesor que tiene la medicina de los pueblos originarios andinos y que han sido menospreciados, nada menos que por un Ministro del Estado Plurinacional.
La ignorancia, acerca de los pueblos, territorios, lógicas, en pocas palabras del significado de la interculturalidad y la plurinacionalidad, es una constante en casi todo el gabinete que accidentalmente gobierna Bolivia.
El desprecio por los pueblos originarios, en el gobierno de facto, es la demostración palpable de su práctica colonial de la supremacía blanca (aunque no lo sean) y continúan ignorando el conocimiento y saber acumulado que ha hecho posible más de 500 años de resistencia y sobreviviencia justamente por ese saber en el campo de la salud pública.
Los sectores populares desde siempre practican la medicina tradicional, incluso podemos aventurar la hipótesis que el Ministro Murillo, ha consumido mates, o sea se ha “curado” con “yerbitas” como lo hacen millones de familias en Bolivia, familias ignoradas y excluidas por el Estado colonial y el republicano, exclusión agudizada en estos tiempos de epidemia.
La búsqueda de un protagonismo cotidiano, que lo afirme en su rol de “hombre fuerte” ya ha cruzado la delgada línea de la cordura y hoy todos los actos del Ministro son solamente fuente de bromas y sonrisas piadosas. La sensatez y el buen juicio han cedido paso al ridículo como conducta de varias autoridades del gobierno de facto.
Las declaraciones del uso de la medicina tradicional ha sido un nuevo acto que contraviene los preceptos constitucionales, pero a estas alturas la Constitución Política del Estado, se encuentra extraviada y ninguna autoridad se toma la molestia de conocerla y menos de respetarla.
Para superar la ignorancia supina del Ministro Murillo, respecto a la medicina tradicional, le recomendamos revisar, solamente dos autores uno boliviano y otro extranjero; Enrique Oblitas Poblete, y Louis Girault, no estamos seguros que la lectura sea una práctica cotidiana del señor ministro pero tiene sus ayudantes uniformados que bien pueden hacerle llegar un resumen de dichas obras para superar el ridículo que ha hecho, refiriéndose despectivamente, nada menos que al patrimonio intangible de la humanidad por la UNESCO, como es el pueblo Kallawaya que cura con “yerbitas” por supuesto que son buenas yerbas y no yerbas malas como algunos ministros.