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Wallmapu

𝑃𝑜𝑟 𝐹𝑒𝑟𝑛𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑃𝑎𝑖𝑟𝑖𝑐𝑎𝑛:

¿Qué significa ello? Re-pensar las conceptualizaciones habituales que tenemos en relación con los pueblos originarios. Durante los últimos años se ha avanzado y bastante en relación con conceptualizar de forma correcta algunas acepciones de los pueblos originarios. Avanzado el siglo XXI, hemos abandonado la noción de araucano por mapuche, de pascuense a Rapa Nui, de Atacameño a Licarantay. Todas estas definiciones,  hacen referencia, como diría el poeta David Aniñir, a “acepciones jamás consultadas a boca mapuche” y que extendemos al resto de los pueblos originarios.

En ese ámbito, que los Estado naciones construyesen su territorialidad sobre la del pueblo mapuche luego de dos campañas de ocupación simultáneas -la Ocupación de La Araucanía y la Campaña del Desierto- y que dividieran al país mapuche en dos, suspendiendo con ello la soberanía territorial, no significa que los conceptos de nuestro pueblo dejen de existir en la tradición oral. Aquella que el poeta mapuche, Elicura Chihuailaf, transformó en una corriente literaria que han sido reconocida por el mismo Estado chileno, galardonándolo como Premio Nacional de Literatura. Si ir más lejos, el mismo Chihuailaf habla en su obra literaria sobre el significado de Wallmapu y la conformación del País Mapuche como un ente pre-existente a la creación del Estado chileno y argentino. “Habló de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idilíca”.

Wallmapu hace referencia al País Mapuche. El escritor argentino, Adrián Moyano, lo define de mar a mar, y otros relatos lo traducen como lugar donde concluye la tierra que pisamos. Un interesante personaje previo a la existencia de las repúblicas unificaba a ambas dimensiones del país mapuche: Nampulkafe, viajero que cruzaba entre ambos lados de la cordillera y se traduce como quien no se detiene nunca. Hasta hoy, se cuenta las historias de este viajero mapuche, excelentemente representado en el trabajo de Álvaro Bello, antropólogo, que narra la historia de este personaje mapuche pre-republicano, que perfectamente habría inspirado a Tolkien.

Wallmapu está compuesto de dos partes: puelmapu y ngulumapu. La primera hace referencia a las tierras ubicadas entre la cordillera de los Andes y el Océano Atlántico; y la segunda de la misma cordillera hacia el Océano Pacífico. Nuestro pueblo denomina al mar Lafken y, por ello, hasta hoy, Wallmapu lo definen en palabras de Moyano como de mar a mar.

Si ir más lejos, el mismo Chihuailaf habla en su obra literaria sobre el significado de Wallmapu y la conformación del País Mapuche como un ente pre-existente a la creación del Estado chileno y argentino. “Habló de la memoria de mi niñez y no de una sociedad idilíca”.

Quienes viven en Pucón, Licanray o Villarrica, deben aterrorizarse con un viento cálido que ingresa de las pampas de puelmapu o “Argentina” –para no asustar a los parlamentarios argentinos– en las semanas finales de febrero. Los mapuche lo llaman puelche, viento que cruzar por la cordillera y que marca el fin del tiempo de la abundancia que es la traducción de walüng y que conocemos como “verano”. Ese viento anuncia que el tiempo de la abundancia, en relación con las cosechas generadas durante la primavera –que nuestro pueblo denomina Pewüngen–, es decir, tiempo de brotes, que en castellano transitaría lentamente hacia el otoño, el tiempo que la tierra descansa y que se denomina rimü. Los mapuche hasta hoy denominan a ese viento “puelche” que une, por lo tanto, a ambas dimensiones de Wallmapu. Los que viven en el este y oriente unidos entre sí por la cordillera (mawida). Más que ser mawida un ente separador, como lo es para argentinos y chilenos, para el pueblo mapuche es la parte central del país mapuche, que permite la existencia de distintos de distintas formas de tierra, creación de vientos y climas que unidos entre sí forman lo que llamamos Itrofil mongen.

La ministra del Interior, Izkia Siches, con los deseos de dar una solución al desencuentro entre el pueblo mapuche y el Estado chileno, hizo uso correcto del concepto mapuche: Wallmapu, para referirse a nuestro pueblo que vive en ambos lados de la cordillera. No obstante, una editorial del diario La Nación de Argentina no dudó en iniciar una polémica que se elevó a nivel de Estado.

Para un sector de la población argentina, reconocer la existencia del pueblo mapuche es debatir sobre las políticas de genocidio sobre nuestros antepasados y antepasadas que realizaron en la Campaña del Desierto, un exterminio sistemático sobre la población mapuche y que deriva en políticas como zoológicos humanos, reducciones y asesinatos masivos a la población mapuche.

Los derechos colectivos de los pueblos originarios no ponen en riesgo la soberanía marítima ni la división del país. Es una invitación a crear nuevas formas de Estado para forjar las relaciones políticas. Nuestra propuesta es un Estado Plurinacional e Intercultural, de ese modo entrar a una etapa de diálogo y soluciones a problemáticas que se arrastran desde la fundación del Estado chileno.

La Plurinacionalidad no pone en riesgo a Chile en su soberanía ni en sus límites, por el contrario, invita a diseñar nuevas estructuras de Estado para reconocer, afrontar y revertir los problemas que el mismo Estado chileno porta desde su construcción desde el siglo XIX. Uno son las consecuencias de la Ocupación de La Araucanía; la segunda, la Guerra del Pacífico que dividió a los pueblos Q’chua y Aymara en dos naciones (Perú y Bolivia); y la tercera, la anexión de Rapa Nui.

Queda claro que la derecha no desea “paz en La Araucanía”, sino perpetuar un conflicto y someter a las nuevas generaciones a un espiral de violencia que traerá consecuencias difíciles de predecir. Los hechos históricos nos enseñan que donde se une identidad, pobreza y ausencia de derechos son caldo de cultivo para conflictos étnicos radicales. La campaña mediática y política de la derecha apunta a atemorizar dentro de la Convención a algunos sectores de izquierda para que no aprueben los estatutos de Autonomía y hacia el exterior a rechazar los artículos aprobados como el reconocimiento Plurinacional. Al hacerlo y perpetuar la continuidad de un Estado monocultural, heredaremos conflicto a las futuras generaciones. La experiencia histórica nos dice que estos regresan con mayor fuerza e intensidad; cuando suceda, el reloj para explicarlo a las nuevas generaciones habrá que ponerlo en el año 2022.

Las naciones originarias han mostrado concretamente sus deseos de participar en la formación de una estructura de Estado para los nuevos tiempos y sanar las heridas que han derramado sangre indígena desde el siglo XIX. No obstante, la derecha prefiere la continuidad del conflicto que ha generado un espiral de violencia que se ha elevado en los últimos años.

https://www.theclinic.cl/2022/04/02/wallmapu/

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