Las radios comunitarias tienen mucho poder para proteger el liderazgo social
(DEJUSTICIA).- Las radios comunitarias son el espacio comunicativo más valioso en las regiones de Colombia, y muchas veces, el único. Con tres décadas de historia en nuestro país, han servido para promover la democracia, la participación y los derechos fundamentales en los lugares donde el acceso a información, educación y promoción cultural son un privilegio. A su vez, las radios comunitarias acortan las distancias geográficas entre los centros de poder y las regiones, y entre los centros de poder y los barrios de ciudades con altos niveles de desigualdad, como Bogotá.
No obstante, la falta de financiación y de capacitación, la precariedad en su infraestructura, la censura y los obstáculos puestos por grupos armados y por el mismo Gobierno han afectado su funcionamiento.
Según una investigación de los departamentos de Comunicación Social y de Ciencia Política de la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Bogotá), hay 188 municipios colombianos en silencio (sin ninguna radio) y 85 con escasa información local. Lo mismo constata el proyecto ‘El País del Silencio’, de la Fundación para la Libertad de Prensa (Flip). Según su reporte, durante los dos gobiernos del expresidente Juan Manuel Santos, el número de emisoras comunitarias autorizadas decreció en un 7%, mientras el número de emisoras comerciales aumentó en un 6%. En el mismo periodo, el gobierno otorgó 46 licencias a radios comunitarias, mientras que 91 emisoras de este tipo salieron del aire.
En un litigio realizado entre 2005 y 2006, y apoyado por la National Endowment for Democracy (NED), Dejusticia documentó cómo durante más de 15 años el Ministerio de Comunicaciones se negó a abrir una convocatoria pública para la concesión de licencias para la prestación del servicio de radiodifusión sonora comunitaria en Bogotá. Casi dos décadas después, las licencias existen, pero la situación que atraviesan esos medios es penosa.
María Jacinta Lizarazo, pionera de la radio comunitaria en la capital colombiana, explica que las emisoras comunitarias sufren de una desatención estatal frontal y peligrosa para su supervivencia. “Al gobierno le importan muy poco. En la pandemia prefieren aportar a las empresas privadas que a este tipo de medios. En Bogotá, donde hay tanta competencia de medios, es aún más duro. La gente que trabaja en Vientos Estéreo (una de las emisoras de Bogotá) ha hecho allí su proyecto de vida. Pero, aun así, los directivos están pensando en dar un paso al costado”.
Si bien los artículos 20, 30 y 70 de la Constitución Política de Colombia dejan claro que, “como ciudadanos, los miembros de las comunidades marginadas tienen derecho a expresar sus ideas y opiniones a través de los medios de comunicación en igualdad de oportunidades”, muchos son los obstáculos que estas poblaciones tienen para hacerlo valer. El estado de las radios comunitarias que existen en Colombia en precario. Estas iniciativas reciben cada vez menos recursos estatales para cumplir su tarea de informar a las regiones, y en su mayoría no han logrado encontrar un modelo de negocios sostenible para garantizar su supervivencia.
Onda Líderes
Entretanto, el país atraviesa un momento crítico. Los líderes y lideresas sociales que defienden los derechos a la paz, la vida, la participación, la tierra y el medio ambiente sano son blanco de amenazas y agresiones. Los medios de comunicación nacionales e internacionales reportan cifras e historias escalofriantes, pero ¿y qué pasa con el relato de los medios de comunicación comunitarios que conviven con esas realidades en sus territorios?, ¿qué pueden hacer desde sus espacios para prevenir los riesgos a los que se enfrentan los defensores?
Esas preguntas nos movieron en Dejusticia, y por eso, junto a la emisora comunitaria La Esquina Radio (Medellín) nos juntamos con periodistas comunitarios y líderes y lideresas sociales de Inzá, Cajibío y Santander de Quilichao, en Cauca; San Onofre, Ovejas y Carmen de Bolívar, en la subregión de los Montes de María, y Bogotá y Soacha, en Cundinamarca.
Tras más de un año de construir y aprender lo que aún no está en los libros, creamos Onda Líderes, una serie radial de 10 capítulos en la que las voces protagonistas suenan desde lugares en los que la defensa de los derechos humanos es de altísimo riesgo. Allí, desde micrófonos y alto parlantes, desde montañas, litorales y calles, líderes y periodistas comunitarios construyeron valiosos relatos sobre su oficio y sobre cómo se entrelazan las labores de contar y defender.