LA CINEMATOGRAFÍA ZAPOTECA ELIMINA LAS JERARQUÍAS: Como industria, el cine tradicional y vertical es violento: Luna Marán

(EL ECONOMISTA).- Luna Marán se reconoce como parte de la segunda generación de cineastas zapotecas, herederos de saberes que se transmitieron con la oralidad y que se han encargado de verterlos en tantas herramientas de difusión como sea posible; de creadoras jóvenes que con tiempo, y no tanto con dinero, han trazado brecha, ocupado espacios y se han hecho de los instrumentos para la transmisión de los saberes y las resistencias de sus pueblos. Marán se ha vuelto una de las voces más visibles hacia el exterior.
Tan visible ha sido su activismo que durante la inauguración del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), la subsecretaria de Desarrollo Cultural, Marina Núñez Bespalova, dijo: “Luna Marán, la celebrada joven cineasta y formadora de cineastas, originaria de Oaxaca, recientemente escribió algo que puede ser muy inspirador, con lo que coincidimos y en lo que trabajaremos: ‘nosotras, desde estas tierras que llevan 500 años en resistencia, tenemos muchas historias, las de nuestras abuelas, de cómo nos salvaron, nos amaron, nos cuidaron, de cómo nos defendimos y nos seguimos defendiendo. Si decido hacer mis películas con un celular será porque seguramente es la cámara a la que tuve acceso’”.
Es habitual ver a Marán en festivales de cine, ya sea que presente una película como directora o como productora, puede ser que participe en un foro o que forme parte del jurado. Es el caso de la edición 19 del FICM, donde la nacida en Guelatao de Juárez en 1986 presenta como productora el cortometraje “Koo” (una palabra mixteca que significa serpiente), dirigido por el realizador Nicolás Rojas, también miembro de este colectivo zapoteco que se turna roles para la ejecución de proyectos fílmicos desjerarquizados. Además, Marán forma parte del jurado para la Selección Michoacana y para el Concurso Mexicano de Guion de Cortometraje.
Son estos temas el punto de partida de esta conversación de la realizadora con El Economista.
Los inconvenientes del cine industrializado
“El cine mixteco es muy potente en Oaxaca y, por lo tanto, en el país. Está Ángeles Cruz, está Itandehui Jansen, hasta se podría decir que Yalitza. El pueblo mixteco está produciendo cine, está involucrado en la cinematografía. Es de lo más potente entre lo que se está haciendo”, afirma la realizadora a propósito de la presentación de “Koo”, un filme de época realizado en la pandemia y para el cual Nicolás Rojas fue asignado como director, con una historia situada en el año 1100 y basado en los códices mixtecos del siglo XII, la precuela de un largometraje de ficción del que, dice, no adelantará detalles. Sorprende la calidad estética y de filmación de “Koo”, la fotografía, la ambición creativa de las mentes detrás de la cinta.
“‘Koo’ es cine comunitario, es resultado de esas otras formas de conversar sobre cómo se hace una película, pondera el ejercicio de consensuar las decisiones, de escucha”, afirma Marán. Así se ha hecho cine desde su llegada a las comunidades indígenas hace más de cuatro décadas, relata, con su integración inmediata al sentido comunal, de asamblea.
“La comunidad en la que vivo, Guelatao de Juárez, funciona bajo los sistemas normativos indígenas o los antes mal llamados usos y costumbres. En estos sistemas normativos, la instancia de mayor autoridad es la asamblea, un ejercicio de consenso muy amplio. Ese acomodar en un equipo de trabajo hace que las cosas funcionen de otra manera. No necesitas gritarle a nadie en un set. Hay un nivel de sofisticación y protocolos para todo, un ejercicio muy consciente de rotación de roles que enriquece y comprende la diversidad de historias que queremos contar. En vez de concentrar el poder, apostamos por enriquecer nuestros proyectos”.
En cambio, explica, “lo problemático del cine tradicional, el industrial, es que es vertical y conlleva muchas violencias, laborales, económicas, de género. Es igual a cualquier industria que busca la explotación de muchos para la concentración de los recursos en muy pocas personas. Al final el cine es una industria más y utiliza todos los mecanismos de explotación tradicionales. Cuando se privilegia la concentración de la riqueza, a fuerzas se termina explotando el cuerpo de las personas, los recursos, los territorios”.
Complementa que “la lucha cultural”, la de sincretismos sociales, que encabeza su generación es igual de importante que aquella que libraron sus padres y abuelos, “porque cada generación ha hecho esta lucha de resistir para colocar nuestras historias y evitar que aquellas hegemónicas sean impuestas”.
Un individuo, el genio, el redentor
La tragedia de la lógica capitalista del cine, amplía la directora del bien recibido documental “Tío Yim” (2019), como históricamente ha sucedido en gran parte de las expresiones artísticas y el ejercicio del pensamiento, es que coloca a un individuo, por lo general un hombre, como “el gran creador, que es igual a pensar que existe un solo dios que lo puede todo”. Es decir que, detalla, “desde la lógica homocentrista, individualista, que nos llegó con la colonia, se piensa que es el genio, el mesías, el que nos va a salvar”, un rasgo aspiracional que es replicado tanto en el ejercicio del arte como en lo este que comunica.
“El arte que está sostenido de la idea de que existen los genios no hace más que propiciar la discriminación”, refiere y cierra: “el cine, como cualquier arte, construye significado y hace sentido. Llevamos 500 años de resistencia, ¿cómo no querer mostrar que hay otras formas de existir? El futuro es comunal, como dijo mi papá (el intelectual zapoteco Jaime Martínez Luna)”.
El cine es absolutamente transparente, enfatiza la realizadora. “Lo que ves realmente en una película es lo que está pensando la gente que está detrás. Por eso, cuando se construyen personajes cliché o que claramente discriminan a alguien por su clase o su género, es porque hay alguien detrás que realmente se burla de ellos, porque realmente es lo que creen”.
Construcción de un amor romántico
Invita a hacer un ejercicio honesto de introspección para pensar cuánta es la influencia de la televisión, la publicidad, el cine, en nuestra vida diaria.
“Si aprendimos a desear el cuerpo de las mujeres a través de su representación en un acto violento, ¿qué esperamos que suceda fuera de la pantalla? El cine es responsable no solo de la construcción de la memoria histórica sino de nuestros deseos y nuestras fantasías de futuro. Y si el futuro que narra el cine no está haciendo una invitación a que cambiemos nuestras formas de pensar el mundo, no nos extrañe que el mundo esté en esta crisis”.
Estamos vinculados con historias sobre el amor romántico, indica, planteamientos que predominan en el arte audiovisual y que validan la violencia y el patriarcado.
“Crecimos viendo historias donde una sirvienta a lo más que podía aspirar es que se fijaran en su cuerpo para ser merecedora de una buena calidad de vida. Es muy duro que hayamos crecido pensando que nuestro cuerpo era un instrumento de intercambio para mejorar nuestro estatus. Es muy violento. Eso permitió que los hombres crezcan creyendo que las mujeres son un objeto que se puede consumir y desechar. Eso nos tiene en el lugar que nos tiene. Entonces, si se siguen haciendo películas de amor romántico, se continúa con la validación y perpetuación del patriarcado y, por lo tanto, la violencia hacia las mujeres”.
Acerca de Koo
- Filme realizado en Guelatao de Juárez, Oaxaca
- Dirección: Nicolás Rojas
- Guion: Nicolás Rojas
- Fotografía: Casandra Casasola
- Producción: Casandra Casasola, Nicolás Rojas, Gustavo Cienfuegos, Luis García, Luna Marán, Pablo Martínez y Oscar Tanat
Más sobre Luna Marán
Originaria y ciudadana de la comunidad zapoteca de Guelatao de Juárez, Oaxaca, donde ha desempeñado cuatro cargos comunitarios. Estudió la licenciatura de Artes audiovisuales en la UdeG. Es cofundadora de proyectos como Campamento Audiovisual Itinerante, Cine Too Lab y Aquí Cine. Es productora de películas como La revuelta (2022), Polvo de gallo (2021) y Los años azules (2017), nominada al Ariel 2018. Directora de Me parezco tanto a ti (2011) y Tío Yim (2019), “una de las joyas ocultas del cine documental” según BBC_REEL. También es autora de los textos El cine comunitario o ¿cómo aprender a escuchar?, Nuestro propio espejo y ¿Quién apagará los incendios?.