¿Es el Coronavirus la principal tragedia del Beni?
►Palmiro Soria Saucedo►
Lo más probable, es que todos los que nos detuvimos ante esta provocadora pregunta para estimular la reflexión, tengamos alguna respuesta. Ahora sí, y por los próximos meses la pandemia del coronavirus es la principal tragedia de esta parte de la patria que ahora está enferma y muriendo, con similitudes a pueblos del medioevo cuando los azotaba la peste. Existen testimonios dolorosos, análisis objetivos y una opinión generalizada de que esta crisis sanitaria ha sido encarada con lentitud, negligencia e inoperancia, por la mediocre y corrupta institucionalidad estatal encargada de controlar y proteger a la sociedad boliviana y beniana en particular de esta mortal enfermedad.
La capacidad de respuesta epidemiológica colapsó en el primer round, desnudando realidades de las pobrezas de nuestra región, empezando por nuestra querida capital: Trinidad, cuyo sistema de agua potable, de eliminación de desechos sólidos, de iluminación y de otros servicios básicos son crónicamente deficitarios.
A las preguntas de ¿cuántos médicos, cuantas camas, cuantos respiradores mecánicos, cuantos salas y especialistas en terapia intensiva, tenemos para enfrentar el problema? y ¿cual es la estrategia de prevención, detección temprana, contención y control del coronavirus?; las respuestas expresan una dramática realidad de carencias de medios técnicos, recursos materiales, humanos y económicos, y por si fuera poco, de un plan integral objetivo, para enfrentar en serio una emergencia sanitaria mortal, con un sistema de salud en crisis.
Para peor, los que podían hacerlo: el gobierno central, priorizó el accionar de su obligación de estado, con criterio del mayor beneficio político, por eso, paradójicamente las regiones más ricas del país y de mayor influencia económica, política y social fueron atendidas con mayor diligencia en sus necesidades; el criterio técnico de identificar y jerarquizar las urgencias por dónde están las mayores vulnerabilidades, como en el Beni fue pospuesto- como siempre- aunque no faltaron ilusos que le pusieron fe, al gentilicio vacuo de la presidente provisional, como si ello fuera un detonante de decisiones tendentes a satisfacer los estructurales vacíos, debilidades y carencias del escuálido servicio de salud beniano.
El imaginario incauto con el presidencialismo de canchón prestau, terminó su romance con las abultadas cifras de enfermos y de muertos, que los pone pueblo; aunque se sabe que hay un subregistro, de contagiados y fallecidos; el improvisado cementerio Covid 19, se ha encargado de desmentir las cifras oficiales, ello incluye varios médicos muertos y la mitad de salubristas contagiados, por no disponer de medios básicos de bioseguridad.
Pareciera que el juego de la biopolítica,(Foucault) como arte de gobierno del S-XVIII, que aplicaron los monarcas con la lógica de “hacer morir, dejar vivir” ha sido resucitado en esta pandemia; muy visible cuando se decide la muerte, al desconectar del respirador al paciente adulto mayor, para priorizar al joven; también cuando se opta por postergar la precariedad sanitaria de toda una región; muy a pesar de la modernidad del capital, que instaló la lógica de “hacer vivir y dejar morir” para garantizar la fuerza de trabajo que necesita para producir y reproducir la riqueza material.
Junio y julio vienen exponencialmente más duros, con tres de los cuatro jinetes del apocalipsis, que registra la mitología religiosa. El caballo negro del hambre, nos azotará encerrados en nuestros humildes hogares, sin poder saber como lidiar con el pan de arroz nuestro de cada día, mirando por las rendijas fieras armas, que disqué nos defenderán del virus. El caballo amarillo de la muerte desplegando el miedo; prestará su indeseable servicio de liberar del inframundo a los más pobres y desnutridos de la región, para llevarlos a descansar del sufrimiento, al otro mundo. El caballo blanco simbolizando la esperanza, que por fortuna ha tocado los corazones solidarios del país, -todavía amodorrado por la cuarentena-, han empezado a enviar medicinas, medios de bioseguridad, alimentos y dinerito; supliendo lo que el estado no está pudiendo garantizar como es su obligación; por ahí viene la bocanada de aire fresco, para resistir, para no menguar la resiliencia a esta adversidad, que nos encuentra desvalidos para enfrentarla.
Como dice el nuevo testamento en el apocalipsis: “Miré y vi un caballo amarillo. El que lo montaba tenia por nombre la muerte y el hades lo seguía: y le fue dada la potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la tierra.”
Es la tragedia de ser pobre y periférico en un país periférico, con pobres y
periféricos políticos, ignaros de los misterios de la amazonía y de su pueblo de leyenda.
*Poeta amazónico, con dolor creciente de más de 1700 hermanos infectados y 250 cruces en el camposanto.