Opinión

Carta abierta a Jeanine Añez

Por María Bolivia Rothe:

Señora Presidenta:

He resuelto escribirle abiertamente, para decirle las cosas, de cara a mi pueblo, quien está sufriendo todas sus irresponsables decisiones.

Hoy, debo hablarle como salubrista epidemióloga, para concentrarnos en lo verdaderamente urgente, la pandemia del coronavirus.

Sepa usted, señora presidenta, que los salubristas epidemiólogos estudiamos muchos años para llegar a serlo. No es automático. Son siete años de facultad, tres de salud pública y entre dos y tres más para ser epidemióloga. Toda una vida. Sin embargo, su amigo Navajas, al que nombró de ministro de Salud, al igual que Cruz, al que echó, no tienen ni la menor idea de lo que es la Salud Pública y, mucho menos, la epidemiología. Navajas camina a tientas por un terreno que desconoce y hace que usted vaya también de tumbo en tumbo. En esta época de pandemia esto es, cuando menos, un crimen de lesa humanidad que pesará en sus hombros y su consciencia (si es que la tiene), para toda su vida. Usted y su Ministro juegan con la vida de las y los bolivianos. Aquí se puede aplicar muy bien el refrán que reza que la ignorancia es atrevida. Criminal, añadiría.

Ya sé que usted y yo no tenemos nada en común. –¡Válgame Dios! – diría Ud., tan religiosa como es. Afortunadamente, nos separan abismos. A mí me mueve mi pueblo; ese pueblo de a pie que dio su vida y regó su sangre en la tierra para que un indio como ellos los gobierne durante 14 años. A Ud. muévele el dinero y los cinco minutos de poder que casualmente la vida le otorgó, al subirla en una silla presidencial que nunca se imaginó iba a tener cerca. Es Ud. y su mandato, una horrible mueca del destino que nosotros, los vilipendiados de siempre, pronto nos encargaremos de revertir legalmente, urnas mediante.

Pero mientras tanto, tenemos que ocuparnos del virus. Cada una desde donde le compete. Por eso señora, tiene que aprender a escuchar. Debe saber que en Bolivia hay muchos colegas salubristas de primera que estarían orgullosos de ayudarla, no porque trabajar con Ud. sea un orgullo, sino porque los médicos que nos dedicamos a esta especialidad, amamos servir a la gente, y si les escuchara, les daría esa hermosa oportunidad.

Varios de ellos han publicado en medios de comunicación y en redes sociales sus estudios. Le están hablando a gritos y usted se hace la k’asa, la del otro viernes, la que no es con Ud. Mal, señora. Tiene que escucharlos. Tiene que sentar a los mejores alrededor de una mesa y oírlos. Ellos la van a ayudar a decidir. Basta de tanta soberbia. Su ministro de Gobierno la está contagiando. No es con bala ni con arrestos que se frena al virus, es con ciencia.

Escuche las razones científicas por las que le venimos diciendo que las pruebas diagnósticas son cruciales para tomar decisiones y que resulta una imbecilidad suprema reducir su aplicación solo a quien tiene síntomas, ya que los portadores sanos del virus son los más peligrosos y la única manera de saber que cargan el virus son las pruebas laboratoriales; que la vigilancia activa, salva vidas; que hay que tener un plan estudiado de salida de la cuarentena… en fin, que hay que armar esto conociendo cómo se maneja una pandemia.

Espero que escuche y que lo haga. Que deje de lado esa actitud de tenerlo todo controlado; que deje de seguir insultando a la colectividad científica boliviana, posteando en Facebook fotos de tres legos en la materia, sentados en una mesa con Ud. y los llame “comité científico”; que se deje de ridiculeces nombrando embajadores de ciencia y tecnología que jamás trabajaron en Bolivia; que se dejen sus ministros de Gobierno, Defensa y Presidencia de opinar de lo que ignoran, porque lejos de verse bien, despiertan burla, parecen ventrílocuos.

De verdad, espero por su bien que empiece a ser seria. Tome un poquito de su tiempo y estudie las acciones y las actitudes de sus colegas alrededor del mundo y dese cuenta que, de la conducta de sus gobernantes, depende el desenvolvimiento de la pandemia en cada país.

Hágalo, sobre todo por los millones de bolivianos y bolivianas a los que Ud. les mintió, diciéndoles que tenía todo controlado y que sabía todas las respuestas. Hoy, ya toda la población nos hemos dado cuenta que ni siquiera sabe las preguntas.

No se olvide nunca que no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista y que, además, gobierna por casualidad. Usted está hasta mientras, y por lo tanto, su legitimidad y legalidad, están en duda; el pueblo que es sabio, aunque lo subestime, le va a cobrar cada una de las facturas, y para ese día yo estaré en Bolivia encabezando la marcha que la llevará hacia su abismo.

Eso, delo por hecho.

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